No encuentro un modo mejor de honrar este segundo intento de mantener la existencia de un blog a través del cual difundir todo tipo de creación de los talleristas del Juan Sánchez Lamouth que dedicando nuestras primeras palabras a la fenecida Doña Luisa Lamouth. No tengo dudas que mis compañeros talleristas aprobarán esta iniciativa sin la más mínima reserva.
Y es que Doña Luisa, cuyo nombre real es María Luisa Sánchez, era la inspiración dominical de todos nosotros. Cada domingo a las cuatro de la tarde estaba fija en su butaca del Liceo Ramón Emilio Jiménez. Llevaba con ella unas mentas que con el paso de los domingos se convirtieron en una necesidad poética. Las repartía entre todos como una hostia verde que bendecía la tarde sin importar si esta era azul o de lluvia.
Tenía ochenta y tantos años a su muerte. No se si fue decisión de ella o del destino que ninguno de nosotros la vieramos en aquellos quince días que se tomó para morir. Supongo que ambos se compusieron para lograr que solo quede en nosotros la Doña Luisa de pié, la Doña de frente arrugada pero alta siempre como su personalidad: digna, fuerte, decidida y sobre todo, de un entusiasmo juvenil y divino. Era alegre, gustaba de reir, supongo que por eso alcanza los años vividos.