Todo gesto del hombre es contra el tiempo. Buscamos la permanencia con desesperación. Permanecer es ser recordado. El tiempo está continuamente a favor del olvido. Podría decirse que el tiempo es olvido. El tiempo no es nunca instante, si acaso sombra de este. No es que todo pasa, todo está siempre fluyendo hacia el olvido. Siempre estamos pasando. Es como hojear un libro de imágenes, y no detenernos nunca. La pausa es una ilusión, un engaño del ojo.
Nunca estamos detenidos en el instante. Nunca. Cada cosa que hacemos es un grito desgarrador y callado. No queremos retornar al olvido, al no ser, a la muerte eterna. La lucha por cualquier ideal en definitiva es por nosotros mismos. Por la eternidad en la memoria del hombre, misma que confundimos con la memoria del tiempo, cayendo en la ilusión de no saber que ni el hombre ni el tiempo tienen memoria eterna.
Nosotros somos un pasar, un cambiar sin fin. Una muerte sin fin dijo el poeta Gorostiza. Quitando la implicación cabalística de la hermosa afirmación podemos decir que no siempre estamos muriendo, entre todas esas muertes nuestras llega una que es definitiva y total; horrible porque nos manda al olvido de nosotros mismos, de esta identidad actual a la que no queremos renunciar.
No imagino a mi padre cansándose de vivir. Baudilio Jiménez quiere ser siempre Baudilio Jiménez, ser recipiente del cambio sin él cambiar. Nadie quiere morir. Ni siquiera el suicida.
Miguelfelipe J. M.